lunes, 2 de septiembre de 2013

Mi primer vibrador


 -ESCRITO POR: ALBA JIMENEZ, 11 DE AGOSTO DE 2013. / 11 AGO 201.

Estaba deseando llegar a casa para probarlo. Había sido un regalo “personal” de Isa, yo nunca había comprado algo así, de hecho nunca había estado en una tienda así. No me asustaba porque era pequeño, estaba bien para empezar…, discreto y fácil de ocultar.

Me masturbaba bastante a menudo, sobre todo por las noches, aunque le había cogido también el gustillo a las mañanas. En realidad cualquier hora era buena. Normalmente lo hacía siempre de la misma manera aunque el resultado no era el mismo; unas veces llegaba antes, otra era más intenso, otras simplemente no llegaba, pero eso ocurría pocas veces. El deleite de darse placer uno mismo, de relajarse y llevar tu mente a otro lugar donde sólo existen tus fantasías, tus dedos… Y tu sexo, era lo más íntimo que había experimentado conmigo misma, e incluso con otra persona. Lo consideraba más íntimo incluso que una relación sexual cualquiera, cuando le regalas a alguien ese momento, cuando te masturbas para otra persona le estás mostrando tu camino a ese codiciado y a la vez, misterioso para algunos, orgasmo femenino.

Lo saqué de la caja, lo toqué, era suave; lo chupé, no era desagradable. Giré la rueda y empezó a vibrar, cuanto más giraba, más vibraba, el mecanismo era sencillo. Me quité las bragas y empecé a tocarme poco a poco, me chupé los dedos y los pasé por el clítoris para estimularlo un poco más, con la otra mano me acariciaba los pechos. Estaba ya tan cachonda que no pensaba en nadie en concreto, es más, pensaba en todos… En cómo me la metía Paco, en los dedos de Jesús, que por cierto, de tamaño eran como el vibrador…Mmm que buen símil para continuar.

Estaba ya notando que venía el orgasmo cuando paré, me gustaba hacer eso porque después se multiplicaba el placer, encendí entonces el aparatito, muy suave primero, y lo pasé de arriba abajo por los labios, me gustó el cosquilleo, así que subí la intensidad y volví a hacer lo mismo; el placer se iba incrementando, sentía el ardor en el clítoris como si tuviera vida propia y pidiera su momento de atención también. Cuando llegó su momento fue increíble, recuerdo una sensación que no había experimentado antes, un calambrazo me recorrió desde la entrepierna al dedo gordo de cada pie, los pezones estaban ya tan sensibles que sólo se me ocurría estirar la lengua para lamerlos con la punta, ya que no toleraba otro contacto. Trazaba círculos alrededor del clítoris mientras mordía mi mano, el placer era nuevo e inmenso, una espiral de sensaciones se iba trazando desde la entrepierna hacia afuera, el culo y los talones que tenía clavados a la cama eran mi conexión con la Tierra, la mente hacía rato que se había perdido.

Me metí dentro el vibrador y continué el trabajo con los dedos.  Los jadeos iban en aumento, la sensación de calor insoportable, cuando dejé escapar un grito de ahogo, la tensión se liberó, me sentí mareada unos segundos que se convirtieron en minutos; me incorporé sudada y despeinada, intenté levantarme pero dudé que las piernas pudieran sostenerme en ese momento, así que me tiré de nuevo en la cama, cerré los ojos y dejé que la  mente completamente en blanco se apoderara de mí.

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